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Nanina, Justina y el doctor Rorschach

por Venturini, Aurora
Publicado por : Editorial Dunken Detalles físicos: 87 p. il. col. ISBN:9870201180. Año: 2002 Lista(s) en las que aparece este ítem: INGRESOS 2024
Tipo de ítem Biblioteca de origen Colección Signatura topográfica Estado Fecha de vencimiento
Libros Libros Biblioteca Central Popular General José de San Martín
www.3313.bepe.ar
SALA P 82-32 VEN (Navegar estantería) Disponible

Estoy seguro de que Hermann Rorschach jamás hubiera imaginado que su obra produciría la desinencia que el lector ahora conoce, que su obra estaría en la raíz de una novela como la que escribió Aurora Venturini.
Rorschach, un suizo que pertenece a la cultura de las postrimerías de la belle époque y a la crisis de la Europa de 1914, apenas llegó a conocer lo que vino después: el precario equilibrio de la postguerra del 18 y los presagios latentes que llevaron a Sigmund Freud a proponer en 1920 una pulsión de muerte, una tendencia de lo viviente a retomar a su estado anterior, como lo hacen Nanina y Justina en esta novela.
Pero aprendió que el caos está siempre ahí, y que la respuesta de cada uno es enfrentarlo, encontrarle un orden que también es posible.
El test descansa sobre ese supuesto, en tanto propone que algunos borrones de tinta contienen formas específicas. Entre los múltiples antecedentes de este descubrimiento existen algunos tan ilustres como Leonardo Da Vinci, pero Rorschach lo convirtió en un procedimiento que llevó a construir una teoría de la personalidad. Su muerte le impidió conocer la teoría de la configuración que se difundió con el término Gestalt, los arquetipos de Jung y el método paranoico-crítico de Salvador Dalí, que se inspiró en este descubrimiento. El caos tiene una dinámica en su temporalidad (por la repetición, decía Witold Gombrowicz, se llega al cosmos) y una configuración en su forma: esa opacidad que presenta la vida se ilumina con la localización de sus fuerzas. El caos es la manera en que se presenta lo posible, la apertura hacia el juego.
Rainer María Rilke hablaría de ángeles (mensajeros) portadores de comunicación con lo invisible. Estos ángeles son los personajes de la novela de Aurora Ventuirini, y la novela misma es el proceso mediante el que se intenta conquistar lo visible.
La novela comienza con Justina, cuyo pasado "fue un negro telón que oscureció el esfuerzo de un equipo de profesionales".
Luego vendrá el relato de su caso, que no se parece a un historial clínico sino a la puesta en escena de una vida, de un lenguaje que la narradora comparte con lo narrado. Un ángel ha muerto, se evoca su historia como la huella de esa ausencia, de esa presencia singular que ahora falta en el mundo: "Mi caso era Justina. Yo era el caso de Justina. Una obstinación peligrosa".

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