Ante la Historia y la Memoria, relatos colectivos que narran el mundo, aparece la Literatura como el modo personal, individual, en el que los hechos aceptan ser contados.
El silencio de las chicharras es una novela ágil, tumultuosa, que atraviesa, mientras construye el relato de la vida de Helena, la violencia en la Argentina de la dictadura del setenta y seis, y la guerra de Malvinas.
Las dos voces que hilvanan esta historia usan la primera persona intimista y confidencial, y desde ese punto de vista, enfocan más la contemplación y reacción frente a los hechos, que los hechos en sí. Desde una mirada valorativa, que responde a las coordenadas de época y de clase de los personajes, las acciones narradas parecerían ser el sostén del recorrido de Helena, principalmente, pero también de Diego, en sus búsquedas personales.
El tiempo de la novela es el de toda la vida de Helena, que se va exponiendo de manera fragmentada, con rupturas que van y vienen del pasado sin perder el eje de la narración principal. En este sentido excede los límites de la novela iniciática, ya que la búsqueda de Helena y, después la de Diego, funcionan como una parábola que, en su manera de integrar la historia personal con la historia político-social, representa la búsqueda del espacio propio, del lugar en el mundo.

Fuente: contratapa del libro.